Cuando trabajamos con infraestructuras tan imponentes como presas, puentes o diques, sabemos que estamos gestionando sistemas cuyo fallo podría tener graves consecuencias sociales o económicas. Y en ese contexto, hay una pregunta que siempre nos hacemos con honestidad: ¿qué podría salir mal… y qué haríamos entonces? Esa pregunta, sencilla pero poderosa, es el punto de partida de nuestro enfoque de análisis de riesgos. Una disciplina que nos ayuda a traducir la incertidumbre en decisiones concretas, y que cada vez ocupa un lugar más central en la gestión de infraestructuras críticas.
Durante nuestro primer webinar que impartimos el pasado 24 de junio presentado por Adrián Morales Torres, compartimos nuestra experiencia aplicando nuestra metodología de trabajo en diferentes presas y países. Fue una sesión técnica pero enriquecedora, donde hablamos no solo de cómo medimos el riesgo, sino también de cómo lo reducimos de forma coste-eficiente.
Nuestra metodología para la gestión del riesgo
Nuestra metodología tiene sus raíces en la investigación universitaria, pero ha crecido y evolucionado con cada proyecto. Hoy trabajamos en decenas de países, con entidades públicas y privadas, siempre con un objetivo claro: ayudar a tomar decisiones mejor fundamentadas sobre la seguridad de infraestructuras.
Cuando hablamos de riesgo, lo entendemos como la combinación de tres factores: lo que puede suceder, la probabilidad de que ocurra, y las consecuencias que tendría. A partir de ahí, construimos una visión integral que nos permite identificar puntos críticos, priorizar acciones y justificar inversiones.
La primera fase de este trabajo suele desarrollarse en forma de talleres de identificación de modos de fallo. Nos reunimos con el personal experto de diferentes áreas relacionadas con la infraestructura desde dentro. Este trabajo colaborativo no solo aporta información clave, sino que también crea un espacio de desarrollo profesional y trabajo en equipo. Aquí es cuando aplicamos la fase cualitativa de nuestra metodología.
Con esa base, pasamos a la fase cuantitativa. Aquí es donde entran los modelos matemáticos: utilizamos diferentes herramientas para estimar la probabilidad de solicitaciones (como crecidas, sismos o filtraciones), respuestas del sistema y consecuencias. Así generamos un mapa de riesgos que permite ver con claridad dónde están los problemas más urgentes y qué impacto pueden tener.
Uno de los grandes valores añadidos de este enfoque es que nos permite evaluar medidas de reducción del riesgo, tanto estructurales como operativas. Podemos estimar qué efecto tendrá cada acción en el riesgo total y compararlo con su coste. Eso nos ayuda a invertir mejor, no necesariamente más.
Toda esta información se integra en nuestra plataforma que permite orientar la toma de decisiones en el día a día, adaptar las priorizaciones a cada momento y generar informes automáticos. Esta herramienta ya se está utilizando en más de 300 infraestructuras y permite tomar decisiones basadas en los riesgos identificados y el efecto del cambio climático.
Nuestra conclusión
Nuestra conclusión es clara: tener información es esencial, pero convertir esos documentos en decisiones coherentes es lo que realmente marca la diferencia. El análisis de riesgos, cuando se hace con rigor y participación, no es solo una herramienta técnica. Es una forma de gobernar mejor nuestras infraestructuras y de proteger una parte clave de nuestra sociedad.
Para terminar, queríamos agradecer a cada uno de los asistentes que estuvieron presentes en el webinar. Nos ha hecho mucha ilusión poder realizarlo y que haya tenido tan buena acogida.
¡Os esperamos en el siguiente!